Con notable sensibilidad y humor los textos indagan los afectos, las pasiones y los efectos que cada una de esas dimensiones inscribe en el lenguaje. Los imaginarios de una dramaturgia pueden inventar formas y rasguñar al teatro como un lenguaje compacto. Producir mudanzas y efectos de desplazamiento. El hecho de desentenderse de una pretendida unidad estilística y una moral fija, consagra a Mariana Chaud no sólo como una pieza fundamental para comprender la escena teatral de la última década sino como una verdadera artista de los espasmos; como una fuerza de contracción involuntaria que tiende siempre a la expansión.
Obra espástica reúne tres piezas singulares dentro de la amplia producción de Mariana Chaud, que por complicidad o displicencia, se organizan en serie y parecen complotadas.
La autora logra cristalizar en su dramaturgia -sin apuestas exageradas ni fórmulas repetidas- una escritura singular y renovadora que capitaliza plenamente el goce de la lectura. Tanto en la construcción de los personajes como en el relato de la acción, las obras exhiben un trabajo minucioso que conduce la lectura por una variedad de climas, a veces contrapuestos, con una armonía notable.
